martes, 28 de octubre de 2025

¡Gracias, Suiza!

Termina una etapa: la de mi vida en Suiza, pues regreso a España. Han sido algo más de doce años maravillosos en los que me he sentido en casa a pesar de la distancia interpuesta con mi familia.






Gracias a ese grupo de amigos que facilitaron las cosas desde el primer momento. Por mucho que esto no sea un adiós, sino un hasta luego, voy a echarles mucho de menos, porque Zug tiene los servicios de una gran ciudad, pero en el fondo no deja de ser un pueblo en el que las distancias se miden en pasos y minutos.






Fui por motivos laborales y encontré personas estupendas, de esas que te acompañan el resto del camino y te reconcilian con la vida.






Gracias a los suizos por prestarme su país, por acogerme y por no darme la lata. El país helvético, sin ser perfecto, es sobresaliente, el paraíso en la tierra, y voy a echar de menos (ya lo hago) su calidad de vida, el que las cosas funcionen, la tranquilidad y la seguridad, tanto física como jurídica.






Os he mostrado una parte de mi vida a lo largo de 120 entradas. Quedan muchas más, porque la colección de fotos y experiencias me servirán para recordar un periodo fantástico del que me cuesta desprenderme. En todas partes hay paisajes bonitos y monumentos interesantes, pero la calidad de vida no se mide únicamente en horas de sol ni tortillas de patatas como algunos creen.















Echaré de menos los paseos por la orilla del lago, los atardeceres, las excursiones en busca de fauna y los Alpes.







Los paseos por el bosque al lado de casa y los lagos de aguas cristalinas…











Ahora toca volver, adaptarme, y, creedme, me va a costar mucho, porque la España que encuentro no se parece en casi nada a la que dejé. Es algo que no se puede explicar a quienes han vivido siempre en el mismo lugar y no conocen otras vidas. Hace mucho que desistí de hacerme entender porque es una pérdida de tiempo.






Adaptarme, en fin, es algo que llevo haciendo toda mi vida. Imagino que podré conseguirlo una vez más, porque si vuelvo a dejar España, entonces será ya para siempre.

martes, 14 de octubre de 2025

Jane Goodall

Estaba pensando en cómo hacer una entrada homenaje a Robert Redford y a Claudia Cardinale cuando saltó la noticia del fallecimiento de Jane Goodall. Después de escribir esta entrada resulta que también nos ha dejado Diane Keaton.




De entre todas las publicaciones que he visto, la del The New York Times es la que más me gusta. El enlace que os pongo está en español y me ha servido de fuente para algunas fotografías que en este caso no son mías y para recabar información.

Decía la doctora Goodall que ella no eligió a los chimpancés con los que compartiría la mayor parte de su vida, sino que fue un trabajo ofrecido por el que fuera su mentor, el también doctor Louis Leakey. Por lo visto, el famoso paleontólogo, llevaba diez años buscando a alguien que estudiara a nuestros primos cercanos sin demasiado éxito, y es que antes, al igual que ahora, trabajo había, y lo que faltaban eran ganas de madrugar.





Una joven e inexperta Jane no solo aceptó el reto, sino que superó con creces todas las expectativas. Luchó denodadamente contra el hecho de ser mujer en un mundo de hombres, oponiendo paciencia y empatía a la frialdad científica del momento y sin disponer de un título académico que respaldara sus investigaciones. Conocido es el vídeo en el que da cuenta de las críticas recibidas por poner nombres a los chimpancés en lugar de números. En él, Jane nos dice lo que aprendió de uno de sus mejores profesores cuando era niña, Rusty, su perro: que los humanos no somos los únicos animales con autoconciencia, personalidad ni sentimientos, y que todos estamos interconectados.





Goodall llegó a Nairobi invitada por una amiga justo el día en que cumplía 23 años. Fue entonces cuando conoció a Leakey. En marzo de 1964, tras un noviazgo de casi un año, se casó con Hugo Arndt Rodolf van Lawick, fotógrafo de National Geographic, y tres años después, dio a luz a Hugo, su único hijo, al que apodó Grub. En 1974 se divorció y poco después contrajo matrimonio con Derek Bryceson, director de parques nacionales en Tanzania que fallecería de cáncer en 1980.




En 1977, fundó el Instituto Jane Goodall, que se convirtió en una de las mayores organizaciones mundiales de investigación y conservación sin ánimo de lucro, con oficinas en Estados Unidos y otros 34 países. Su programa Roots and Shoots, lanzado en 1991, enseña a los jóvenes sobre conservación en 120 países.

Jane nos pide que hagamos un mundo mejor no solo para los humanos, sino para todos los seres vivos del Planeta. Ella pensaba que cada día, cada uno de nosotros, podía influir de alguna manera, y que esa era nuestra responsabilidad; palabra que muchos temen, por cierto.

Le habría gustado permanecer en el anonimato, limitándose a observar los chimpancés, pero en lugar de eso, pensó en concienciar al mundo, viajando incansablemente durante 300 días al año desde 1986 hasta su muerte. Miles de personas se reunían para escucharla allá donde iba.





Ha fallecido en Los Ángeles mientras participaba en una gira de conferencias, a los 91 años y por causas naturales. Yo la admiraba, no tanto por ser quien era, sino porque luchó cuando otros se rinden, demostrando que el trabajo y el esfuerzo no te garantizan el éxito, pero ayudan más que las excusas a las que algunos son adictos. Yo prefiero aprender de los primeros e ignorar a los segundos.




Y a los medios de desinformación españoles que mencionaron que había inspirado la película Gorilas en la niebla, habría que explicarles que no la confundan con Dian Fossey, asesinada en 1985, y no equivoquen gorilas de montaña con chimpancés. Este es el nivel del periodismo patrio. Cuando no mienten a propósito, se equivocan por su falta de rigor.

Muchas fotos las he encontrado en esta página y las quitaré en caso de que sus dueños legales así lo soliciten.





Doctora Goodall, no siempre estuvimos de acuerdo, pero deja usted un precioso legado, ha sido un ejemplo y nos ha enseñado muchas cosas más allá de los chimpancés de Gombe. Por todo ello le doy humildemente las gracias.

martes, 30 de septiembre de 2025

Museo Nacional del Automóvil en Mulhouse

Parece que fue ayer cuando fuimos, pero han pasado siete años de nuestra visita a este fantástico museo que alberga más de medio millar de vehículos. Es la meca de cualquier amante del motor y a mí me gustaría volver más pronto que tarde.






Esta enorme colección se la debemos a los hermanos Schlumpf y a su pasión por los coches clásicos, incluyendo muchos Bugattis. Hans (1904) y Fritz (1906) nacieron en Omegna, en Italia, de un padre suizo y una madre de la propia Mulhouse.






Fritz adquirió su primer Bugatti en 1939, cuando dirigía una fábrica de algodón en Malmerspach. Después de la guerra, tomaría el control de otras empresas al tiempo que iba incrementando su colección.






En 1960, la fábrica de Mulhouse cesa de producir y es progresivamente transformada en un museo, pero una década más tarde, llega la bancarrota como consecuencia de la Crisis del Petróleo y los hermanos se ven obligados a vender sus fábricas por la cifra simbólica de un franco. Ambos se refugian en Basilea, huyendo de los acreedores mientras los trabajadores ocupan el museo, abriéndolo al público en 1982. La colección consta de 437 coches y una asociación integrada por la ciudad de Mulhouse, el departamento de Haut-Rhin y la Cámara de Comercio e Industria de Mulhouse entre otras entidades, se hace cargo.








El automóvil nos ha venido acompañando desde finales del siglo XIX. Algunos lo ven, no sin razón, como un objeto caro, ruidoso, contaminante, y hasta peligroso. Para otros, entre los que me incluyo, simboliza la autonomía, el progreso tecnológico, y, por qué no decirlo, la belleza.






La entrada del museo fue diseñada en 2006 por el Studio Milou, combinando cristal y acero con coches suspendidos. Las 600 farolas del interior semejan las del puente de Alejandro III en París, tal y como encargó Fritz Schlumpf.








El espacio se divide en diferentes áreas que muestran la historia del automóvil desde 1878 hasta la actualidad, incluyendo la colección Jammet, de coches infantiles y un autódromo.








Como podéis ver no es solo que la colección sea apabullante, sino que está expuesta con mucho criterio, permitiendo que admiremos los coches desde varios ángulos.