domingo, 30 de marzo de 2025

Marianne von Werefkin I - Ascona

Es curioso comprobar cómo a veces los acontecimientos se van encadenando como las cuentas de un collar sin que hagamos apenas nada para precipitar los hechos. En el catálogo de la Colección Merzbacher (os hablé de ella aquí) encontré una referencia a Marianne von Werefkin y al grupo de pintores rusos que se refugiaron en Ascona, al sur de Suiza durante la Primera Guerra Mundial.




Una visita al Museo Comunale d’Arte Moderna sació mis ansias de conocimientos sobre esta estupenda pintora, pero enseguida me creó nuevas necesidades. En este otro catálogo descubrí que otro museo en Múnich albergaba más cuadros suyos. ¿Y dónde tenía previsto ir unas semanas después? Por casualidad, a la capital bávara. Lo dicho, a veces la vida te pone el camino, la compañía y el medio de transporte en la puerta de casa.





Leyendo, investigando sobre la vida de esta pintora, expurgando la información errónea que unas webs copian de otras, he encontrado una historia fascinante que pretendo dividir en varias entradas.







Marianne von Werefkin fue una pintora expresionista rusa, nacida en Tula, cerca de Moscú en 1860. Su madre, también pintora, provenía de una familia de príncipes cosacos, y su padre fue un condecorado general de la época zarista.





Pasó su infancia en Vitebsk (Bielorrusia) y Willnau (Lituania) hasta que en 1886 la familia se trasladó a San Petersburgo. Allí se convirtió en alumna del pintor realista Ilya Repin y conocería a Alekséi Jawlensky, el hombre junto al que pasaría tres décadas. Su estilo en aquella época hizo que se la conociese como la Rembrandt rusa.





Cuatro años más tarde la pareja se mudó a Múnich, donde ella abandonó la pintura para impulsar la carrera de Jawlensky al tiempo que se dedicaba al estudiar la técnica pictórica, pero con el estallido de la Primera Guerra Mundial se exiliaron en Suiza. Vivieron unos años en St Prex, en el lago Leman, luego en Zúrich y finalmente en Ascona.








Nunca llegaron a casarse, quizás por sus diferentes clases sociales, quizás porque ambos recibían una pensión rusa que habrían perdido en caso de contraer matrimonio. Para terminar de complicar las cosas, Jawlensky se enamoró de Helene Nesnakomoff, la doncella de Werefkin, de quien tendría un hijo, de modo que su relación estuvo llena de altibajos. Tras la vuelta de Jawlensky a Alemania, Marianne encontró una nueva pareja, el cantante Ernst Alfred Aye.









En 1924 había fundado un movimiento artístico denominado Der Grosse Bär (La Osa Mayor) con otros siete miembros que procedían de Alemania, Estados Unidos, Países Bajos, Rusia y la propia Suiza: Ernst Frick, Albert Kohler, Walter Helbig, Otto Niemeyer-Holstein, Gordon Mallet McCouch, Otto van Rees y Richard Seewald.







La primera exposición se llevó a cabo en 1924, en el Café Verbano de Ascona. Werefkin donó un gran número de obras a la ciudad, y ahora podemos disfrutarlas en el Museo Comunale d’Arte Moderna. En otra entrada os hablaré de su estancia en Múnich y traeré más pinturas.

jueves, 20 de febrero de 2025

El museo egipcio de Turín II

Los que hayáis leído la entrada anterior ya sabéis que publico fotos de momias egipcias. Hoy continuamos donde los dejamos, con el recorrido por este fantástico museo.












Soy consciente de que es larga, pero me he encontrado con casi 2.000 fotos que primero tenía que clasificar y seleccionar. Una locura, porque no hay manera de elegir unas pocas que representen los ingentes fondos de este museo, y, como de costumbre, la entrada hace mucho que se me fue de las manos. No obstante, he optado por publicar más fotos que texto.









Además, algunas salieron movidas porque me llevé una cámara antigua con la que no es recomendable pasar de ISO 400, y no había demasiada luz, de modo que ¡voy a tener que volver!










El museo actual consta de cuatro plantas y 12.000 metros cuadrados. Hay 40.000 objetos, de los que se exhiben unos 3.300, mientras que otros 12.000 están en unas galerías anexas. En mi opinión, el valor añadido con respecto a otros museos que he visitado, es que aquí no se limitan a mostrar montones de piezas, sino que todo tiene un por qué. Es evidente que el disponer de tantos objetos ayuda, pero se nota la organización.









Espero que os haya gustado y que pueda seguir publicando con la asiduidad habitual. Cuando me lea los libros que compré seguro que le damos otra vuelta, esta vez, con más información.